Los efectos económicos de la pandemia se hacen notar en los bolsillos de los ciudadanos, que sufren las consecuencias de la precarización económica que llevan padeciendo el país más de un año. En este artículo hablamos de la solvencia familiar en 2020 según el último estudio de la OCU.
Solvencia familiar en 2020: bien para unos, mal para otros
Si bien en casi la mitad de los casos los ingresos han empeorado, se da la paradoja de que aquellos que no han visto su sueldo recortado o no están en situación de desempleo, han visto sus condiciones socioeconómicas mejorar. Esto se debe a que las restricciones y los confinamientos, unido al exceso de precaución por la incertidumbre, han conseguido reducir el nivel de gasto de muchas familias y así ha mejorado los ahorros. Por ello, el índice de solvencias medio es de 52,5 (mejor que en años anteriores).
La consecuencia más directa ha sido el aumento de la brecha entre los más y los menos afectados por la pandemia, y esto se puede ver por sectores (el turismo, la hostelería y el comercio se han visto más afectados), como por regiones (aquellas en las que estos sectores tienen más peso en la economía, como Baleares y Canarias, han sufrido un mayor impacto).
El estudio de la OCU ha realizado un índice de la capacidad de ahorro de las familias españolas a partir de una encuesta hecha a más de 2.700 ciudadanos de entre 25 y 79 años.
Como hemos resaltado antes, casi la mitad de las familias -un 45%- ha visto reducidos sus ingresos en 2020 y un 25% de las familias han perdido, al menos, una cuarta parte de sus ingresos.
Consecuencias en el día a día
Para mostrar como afectan estas dificultades económicas, la OCU ha puesto varios ejemplos:
- Alrededor del 38% de los encuestados no puede hacer frente a pagos de consultas médicas privadas, y el 40% no puede permitirse acudir al dentista.
- Casi un 25% tiene difcultades para comprar alimentos frescos (frutas, verduras, carne o pescado).
- Casi un tercio tiene problemas para pagar suministros (agua, internet, gas luz…) y hacer frente a los gastos del coche y sus derivados.
- Más de un tercio no puede costearse actividades de ocio o culturales.
- La mitad de la población ni piensa en irse de vacaciones.
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