A pesar de la ligera mejoría de la tasa que se produjo en el tercer trimestre de 2010, que dio algo de esperanza en los mercados, en febrero del 2011 subió considerablemente con una tasa del 6.19%. Sin embargo, según los datos del último Boletín Estadístico del Banco de España, en marzo se produjo un pequeño descenso, situando la tasa en un 6.11%. A pesar de estos datos estas tasas tan altas no se habían registrado desde 1995.
Las principales razones que justifican estas desorbitadas subidas son conocidas por todos y grosso modo coinciden con las consecuencias de la crisis financiera actual.
La alta tasa de paro existente en España, 4.6 millones de parados y el fin de las prestaciones sociales son algunos de los factores que más afecta al aumento de la tasa de morosidad así como las obligaciones adquiridas por las familias durante el boom inmobiliario, hipotecas basuras, compras de casas sobrevaloradas y los niveles de vida muy superiores a los salarios proporcionales, hacen que la media de la tasa de morosidad crezca constantemente.
Dentro de la tasa de morosidad, según el Banco de España también aumenta el volumen de créditos de dudoso cobro que suma 111.511 millones de euros en marzo del 2011. Esto supone un 14,4% más que los datos obtenidos respecto el mismo mes en 2010.
Estos datos son preocupantes, no solo por la situación de las familias españolas sino porque si tenemos en cuenta estos ratios negativos es predecible que bancos y cajas decidan huir del riesgo. Esto se podría traducir en limitaciones en el mercado crediticio y sobretodo solicitud mayores requisitos a la hora de conceder préstamos y créditos. Medidas que ya se han notado desde el comienzo de la crisis.
El debate ahora debe centrarse en la idea de que limitar el crédito y aumentar los requisitos, no siempre va a suponer que el moroso pague. Una de las claves para no cometer los mismos errores debe ser la coherencia. Conocimiento de la situación, del mercado y de los individuos.
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